Tuesday, December 15, 2009

Acidos grasos Omega

Las grasas, como las mayores reservas de energía de que disponemos, son de gran utilidad para el organismo. Por ello es indispensable que estén presentes en nuestra alimentación en cantidades suficientes, para que nuestra energía no decaiga.

Sus componentes básicos se llaman ácidos grasos y entre ellos hay una gran variedad, dentro de las cuales hay unos que se conocen como omegas 3 y 6, llamados así por el sitio donde se encuentra el primer doble enlace dentro de su molécula química que puede ocurrir entre los carbones 3 y 4 o en el 6 y 7 a partir del extremo terminal de dicha molécula.

Los ácidos grasos omega se encuentran dentro de los denominados como esenciales por la razón de que el propio cuerpo humano no puede sintetizarlos, es decir no los produce porque carece de las enzimas necesarias para su síntesis. Esto hace que la única via de adquirirlos sea por ingestión, por via oral, a través de una alimentación adecuada que los contenga.

Los investigadores científicos han demostrado que, en las zonas geográficas donde estos ácidos se encuentran muy presentes en la alimentación cotidiana, los niveles de ateroesclerosis y las enfermedades cardiovasculares son tan bajos que pasan desapercibidas. El análisis de la alimentación de esas zonas llevó a la conclusión de que los elementos en común de esas dietas regionales, los ácidos grasos Omega 3 y 6, son los responsables de tales condiciones. Los ácidos grasos producen disminución de los niveles de colesterol y triglicéridos, y a su vez reducen la agregación plaquetaria en la sangre de las arterias. Esto implica que las plaquetas que circulan no se adhieren unas con otras, previniendo así la formación intraarterial de trombos y coágulos que puedan originar infartos.

Entre otras funciones de los Omega-3 se destaca su intervención en la formación de las membranas de las células, la aduana celular, permitiendo o impidiendo el paso de nutrientes o sustancias de desecho metabólico a su interior, a la intimidad celular, y contribuyendo enormemente a su nutrición y por lo tanto, a su mejor funcionamiento, siendo que las células nerviosas son ricas en ácidos grasos Omega-3, los que pueden convertirse también en prostaglandinas, sustancias semejantes a hormonas de acción local o regional con un papel sumamente importante en la comunicación intercelular y en la regulación de los sistemas cardiovascular, inmunológico, digestivo, reproductivo y que manifiesta grandes propiedades antiinflamatorias.

Los ácidos grasos Omega 3 y 6 se encuentran en altas concentraciones en los pescados, y en menor proporción en semillas y aceites vegetales como de lino, soja, calabaza y nueces. Su consumo reduce los niveles séricos de colesterol, de triglicéridos, el daño isquémico consecutivo al ataque cardiaco y accidentes cerebro vasculares por reducir la viscosidad de la sangre y la presión arterial. Los ácidos grasos, obtenidos de las grasas, son las sustancias que nuestro cerebro usa para construir los mecanismos especializados que nos hacen pensar y sentir las emociones. A un nivel químico, nuestro alimento es el enlace primordial de nuestro cerebro con su desarrollo y con su evolución.

Tu alimentación influye en los químicos cerebrales que condicionan tus sentimientos y tu comportamiento, tus pensamientos y reacciones emocionales que finalmente condicionan la verdadera historia de tu vida.

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